sábado, 28 de septiembre de 2013

Nuestro paso por Boa Vista

Entramos a nuestro octavo país de recorrido (Brasil) por poco tiempo y con un destino preciso. Nuestra amiga Camila, con la que compartimos en Santa Elena de Uairén, nos había hecho un plano para llegar a la casita donde había vivido con Dominik y Sebastián en Boa Vista. Estaban buscando con quien compartir el hogar y nosotros nos quedaríamos con ellos.


Aunque no hablamos portugués nos resultó sencillo comunicarnos. Antes de entrar a Brasil habíamos armado un discurso para contarle a la gente nuestro viaje y ofrecer postales y artesanías. Trabajábamos en la plaza el fin de semana y durante la semana en el centro. Queríamos ahorrar para comprar Pneus (cauchos/gomas) pero al final no conseguimos por ningún lado y tuvimos que volver a Venezuela con las ruedas lisas y rogando que aguantaran. Hicimos varios amigos brasileros, como siempre del mundo de los carros.


Camila, junto con Sebastián y Dominik habían conocido a Gentil, un profesor universitario de matemática que desde hace más de 7 años es mestre de la ashawasca. Gentil nos estaba esperando y durante una semana nos preparamos para la toma de Sha (té) que se hace los domingos. Disfrutamos de la quietud y el silencio y mucha información llegó a nosotros. Es que nuestros compañeros de hogar llevaban muchos meses realizando un trabajo espiritual profundo. En la casa se hablaba poco, se meditaba bastante, se escuchaba buena música y a veces teníamos la suerte de escuchar a Dominik cantar canciones medicina. Las pocas conversaciones eran muy profundas, discutimos sobre Dios y lo absoluto, sobre lo que es el mundo para cada uno y sobre la ética de vida que decidíamos seguir.



LA EXPERIENCIA DE LA ASHAWASCA
El domingo temprano compramos frutas y caminamos a lo de Gentil. Su casa es un gran jardín verde y florido. Hace años que plantó Ashawasca y la enredadera fue creciendo con fuerza. Ahora es enorme. Trepó a una gigantesca mata de mango y luego a las palmeras, a los plataneros y a otras plantas más. Con todo, recrea el paisaje de la selva, cuelgan lianas por doquier y también hay árboles de Chacrona, que es otro ingrediente fundamental del Sha. La Ashawasca entrega el elemento psicoactivo y las hojas de la Chacrona lo hacen tolerable al estómago. Gentil invita a la gente a participar no sólo de las tomas sino también de la preparación. Porque como buen científico cree que el conocimiento no le pertenece, que debe ser comunicado, difundido.
Conocer a este mestre y a sus amigos: Lucas, un filósofo y Gilson, un músico, ambos también docentes universitarios, fue revelador. Es que no son ni indígenas ni religiosos. Y esto es llamativo porque la experiencia de la Ashawasca suele presentarse de estos dos únicos modos. Es decir, o como una práctica indígena, con un chamán de la selva (como experimentamos en Perú) o en el marco de una religión de raíz cristiana, como el Santo Daime.
Sin embargo esta experiencia si se quiere es “laica”. Gentil es matemático y cree que Dios es una creación de la mente humana que satisface el deseo de permanecer, de sobrevivir a la muerte a la que le tenemos miedo. Dice que el mundo del cristianismo es uno de los múltiples mundos posibles. Y que todos los mundos son creaciones humanas, cómo la matemática. Porque lo único que existe es la consciencia y el “ego”. Su búsqueda es adquirir cada vez más consciencia hasta llegar a ser puro aquí y ahora. En este proceso la Ashawasca es su gran maestra y luego de muchos años de trabajo sobre si mismo ha logrado identificar a su ego controlador y tomar distancia. Durante las tomas de Sha, disfruta de la plena consciencia, se entrega a lo absoluto.
Gentil no oficia de Chamán ni de Sacerdote, por lo tanto no guía el trabajo de cada uno de los participantes. Sólo ofrece un orden básico al ritual, marcado por la música:
-         En principio se pasa a un pequeño salón donde hay una mesa redonda. Se hace un círculo y se toma el Sha en un mismo pocillo que Gentil va sirviendo a cada uno. En ese momento cada uno puede pedirle algo al espíritu de la planta, o decidir trabajar algún asunto personal… es libre
-         Gentil desea “bon travallo” y cada  participante se ubica en cualquier espacio que guste. En el gran patio lleno de plantas hay también hamacas y sillas. Por lo general se medita un rato, pero también es libre.
-         Luego el mestre pone música. Primero música tranquila, de meditación y relajación. Muchas imágenes aparecen en la mente, por eso se le dice la enredadera de la ensoñación. Cada uno procesa esas imágenes y trata de guiarlas de acuerdo al trabajo que decidió realizar o las preguntas que se planteó.
-         Luego Gentil pone música para mover el cuerpo, tambores y ritmos para bailar. Es bueno mover el cuerpo cuando la cabeza es fuerte y te domina. En estado de Sha el baile es profundamente consciente. Es posible sentir cada parte del cuerpo y mantener una conexión constante con la música, con la tierra que te sostiene y con el aire que atraviesas en cada movimiento.
-         Cuando los efectos empiezan a menguar, comienzan las charlas existenciales y compartimos las frutas y el resto de la comida.
-          Luego Gentil llama a la segunda toma, se repite la misma lógica. Al atardecer viene la tercera toma y algunas veces hay cuartas y quintas tomas.

En fin, es todo un día de apertura de la consciencia, de trabajo ritual sobres el sí mismo, de supresión del ego. Muy intenso, profundo y desafiante.

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