viernes, 13 de junio de 2014

¿Donde están los bravos Talamanca?




Dice el historiador colombiano William Ospina, que en la América Mestiza, hay países  mayoritariamente indígenas, como Bolivia, Perú, Ecuador y Guatemala; hay países mulatos como Haití, República Dominicana, Cuba y Brasil; países mestizos como Colombia, Panamá o Nicaragua, que presentan una gran cantidad de mezclas raciales y culturales; países blancos de raíz europea como Argentina , Uruguay y Chile, donde el avance sobre la frontera indígena fue radical (y brutal)...
Ahora bien nos preguntamos ¿Cuales son las raíces de Costa Rica? 
Los negros que llegaron de las Antillas y de Panamá por la costa caribe a trabajar en las plantaciones de bananos tenían prohibido llegar al centro del país y cruzar hacia el pacífico hasta principios de la década del 50, cuando la United Fruit Company se trasladó de costa.
¿Y los pueblos originarios de Costa Rica?

            Foto de una familia indígena de Talamanca en la época de la United fruit Company


Cuando llegamos a Punta Arenas conocimos a un viejito borracho, que pasaba su tiempo cuidando carros de turistas y durmiendo en la playa. Compartimos un tiempo juntos y una noche nos dijo:
- Yo soy indio talamanca, pero shhh, no es muy bueno ser de Talamanca- confesó haber cultivado marihuana y haber estado implicado en otros hechos delictivos con armas de fuego. Y luego nos dijo una frase en otro idioma. Cuando le preguntamos que significaba nos respondió:
- Es una frase que usamos allá en Talamanca, dice que si sos indio talamanca cultivas marihuana- se levantó de hombros y replicó- así es... si sos indio talamanca cultivas lo que te mandan o te vas...- 


                                                 Quema de Marihuana en Talamanca


"Poliquería en el Tisingal de la leyenda".
Palabras del luchador social "Calufa" sobre los bravos  Talamanca

     
Esos indios que casi lloraban implorando un pedazo de carne o un jarro de guaro, ¿eran los descendientes de aquellos belicosos talamancas? ¿No fueron sus antepasados los que hicieron famoso, con su bravura, el nombre cié su región en los tiempos de la Colonia? ¿No fue esta raza, altiva otrora, la que mantuvo en jaque al audaz y fiero conquistador hispano? Los codiciosos buscadores de las misteriosas ''Minas de Tisingal", si no encontraron nunca las fantásticas esmeraldas que anhelaban, ¿no tropezaron siempre, en cambio, con las certeras lanzas y las mortíferas flechas de los valientes guerreros indios? Y los viejos anales de nuestra historia, ¿no nos hablan a cada paso de las sangrientas sublevaciones de los heroicos talamancas? ¿No fue acaso, por eso, el más preciado sueño de los más esforzados gobernadores españoles, la conquista y pacificación de Talamanca?
Para sojuzgarlos resultó vano el halago e inútil la amenaza; inútil también desorejar, en la vieja metrópoli colonial, a centenares de indios prisioneros. No lograron, entonces, domar la raza, ni los habilidosos frailes con si s escapularios y oraciones, ni los valientes soldados de España con sus espadas, arcabuces, cascos y corazas.
La doma, el embrutecimiento del indio, la destrucción de la raza bravía, quedó para otros conquistadores mil veces menos valientes, pero infinitamente más crueles y rapaces que aquellos españoles ¡y más arteros! : para los conquistadores imperialistas yanquis, secundados por criollos serviles. Y para otros tiempos: para los gloriosos tiempos de la República Democrática y Libérrima.
Los gringos de la United no trajeron arcabuces ni corazas. Trajeron muchos cheques y muchos dólares para corromper a los gobernantes venales y adquirir perros de presa entre los más descastados hijos del país.
... Y el plácido y tranquilo valle de Talamanca se estremeció al paso de la jauría azuzada por los yanquis, que no llegaron en pos del legendario Tisingal. No. Querían tierra y hombres-bestias que la trabajaran. Y ya los pobres indios no pudieron contener el avance de la "nueva civilización". Llorando de impotencia vieron abatirse las montañas seculares, en donde por tantos siglos la Raza Heroica había cantado su canción de Libertad. Y ardieron sus palenques, se destruyeron sus sembrados y se revolcó la tierra en que dormían los huesos de sus bravos guerreros. (¿Buscaban esmeraldas fantásticas? No. Se iba a transformar el jugo de la tierra en bananos y en cacao que luego cambiarían por oro legítimo en los mercados extranjeros).
La Raza, vencida, al fin, remontó el río y fue a esconder su dolor al corazón de las montañas. Y allí la fue a acosar la jauría, que logró regresar a muchos infelices por la fuerza o con el cebo del aguardiente. ¡La Frutera necesitaba esclavos para sus nuevas plantaciones!
Entró la locomotora y sacó millones y millones de frutas para los gringos. Y mientras en la capital de la República los criollos imbéciles o pillos aplaudían la obra "civilizadora" de la United, en Talamanca corría el guaro y el sudor y la sangre también.
Pero al poco tiempo la tierra se cansó de dar bananos y ya el cacao no significó nada para los yanquis. Entonces éstos levantaron sus rieles, destruyeron los puentes y, después de escupir con desprecio sobre la tierra exhausta, se marcharon triunfalmente hacia otras tierras de conquista. Se marcharon arruinando hasta a los criollos ingenuos que, creyendo poder medrar a la sombra de la bota yanqui, habían plantado sus tiendas en la región.
Y volvió el silencio al valle de Talamanca; pero un silencio de muerte. Se fueron los gringos y sus secuaces, pero no regresaron los indios. La Raza humillada, embrutecida, aniquilada, casi, se quedó llorando su dolor en el corazón de las montañas.
Mas si los yanquis de la Frutera se marcharon al fin, ahitos de oro y de sangre, no se retiraron en cambio las autoridades criollas. Allí quedaron para siempre como una maldición; escudriñando atentamente la montaña, como buitres voraces, dispuestos a saciarse con la carroña de la Raza vencida. Se fueron los amos que pagaban las tropelías contra la indiada a precio de oro; pero los indios, al huir de la montaña, habían salvado parte de sus haberes y todavía tenían vacas, cerdos y gallinas, y obtenían algunos frutos miserables trabajando tercamente la tierra. ¡Jugoso botín para los buitres! Todavía se podía hacer fortuna en Talamanca.
... El indio suspiraba por un arma de fuego que le facilitara la caza; no tenía dinero, pero tenía en cambio algunos animalitos. Un secuaz del Agente de Policía lo deslumhraba con un trato "generoso", y por una vaca, dos cerdos y unas cuantas gallinas, el indio entraba en posesión de una escopeta. Unos cuantos días después Caía el Agente de Policía en el rancho del infeliz y decomisaba la escopeta; y se llevaba el resto de los animales en pago de la multa por tenencia de armas sin el permiso correspondiente. Y luego un nueve trato con otro indio y un nuevo atraco, y otro más.
... Los indios del Yorquín querían celebrar una humilde chichada a la luz de las estrellas. (¿Rememoración, acaso, de una primitiva fiesta de la Raza? ). Pobremente cada indio había puesto su puñado de maíz para la chicha y confiados esperaban la fecha designada. Pero faltaba el permiso de la autoridad. Y el enviado regresaba con la última palabra del Agente Principal de Policía: ¡veinticinco dólares por el permiso para la celebración de la chichada! (Los buitres amaestrados por la United, en cuestión de monedas sólo tragan dólares). Si no tenían dólares él aceptaría el pago en ganado, en cerdos y gallinas. Resignadamente, aunque con dolor, los indios enviaban una parte de sus animales. El resto se lo llevaban los Jueces de Paz enviados por el Agente a "resguardar el orden" en la fiesta: la indiada debía pagarle cinco dólares a cada uno por la mala noche.
... Los analfabetos indios talamancas, como dignos ciudadanos de la República, debían tener sus cédulas de identidad: orden general de presentarse ante la autoridad a llenar las respectivas fórmulas y de pagar dos dólares por la operación. No importaba que los pagaran en cerdos o en gallinas: la finca del Agente tenía campo para todo.
Y multas severas. E impuestos arbitrarios. Y atracos descarados.
Poco a poco la indiada lo fue perdiendo todo, hasta queda/ en lo que está hoy: el ochenta por ciento no tiene absolutamente nada. Arañan la montaña para obtener un puñado de café, otro de maíz y unos cuantos bananos, y luego se doblan bajo el peso de la red, como bestias de carga, para arrimar esos productos hasta, el rancho.
Y que no se le ocurra al indio sembrar un poco más para vender. Mujeres y niños, cargados como muías, le ayudan a transportar las pesadas redes hasta la lejana vega del río; luego el indio en su cayuco navega aguas abajo por horas y horas, fatigosamente, sorteando las revueltas correntadas, hasta llegar a Chasse. Y allí le quitan lo que lleva por cualquier piltrafa. Y lo que compra lo paga a peso de oro: el azúcar es oro en polvo para el indio; y la sal también. Por eso no los prueba nunca.
Cansado, abatido, el pobre indio empuña de nuevo la palanca, remonta lentamente el río, sube la montaña y se vuelve a hundir en su rancho miserable, a seguir hartándose de maíz y de bananos sancochados hasta morir aniquilado por la tos, la diarrea, el paludismo o por una mordedura de serpiente.
A la única escuela de la región se envía, con muy raras excepciones, a la hez del magisterio: vagos de profesión o sátiros desvergonzados o inmundos pervertidos. Y nada de herramientas, ni de medicinas, ni de asistencia médica.
Así viven y mueren los indios, como alimañas inmundas, olvidados de Dios y del Estado. Sólo en las épocas electorales recobran, para el Gobierno, su condición de hombres y de ciudadanos: cuando se necesitan sus votos para fabricar mu-nícipes y diputados oficiales. Entonces autoridades y políticos visitan al indio, le hacen fiesta y lo emborrachan y le dan tabaco para adormecerlo y para engañarlo. Y para otra cosa también: para terminar dejándole, en pago de su voto, el embrutecimiento del alcohol en el alma, el amargor del tabaco en la garganta y la mujer preñada en el rancho.

San José, Costa Rica 1940

Costa Rica en imágenes, a puro Parque Nacional!!

Costa Rica, Pura vida mae...
Acabábamos de ingresar al país por la ruta que bordea la costa caribe, no habíamos pasado ni el primer pueblo (Puerto Viejo) cuando nos encontramos con un OSO PEREZOSO cruzando la carretera... Increible!
Todos los automóviles pararon al instante para darle paso al animal. Pero, como iba tan lento el perezoso, una muchacha local lo cargó como a un bebé y lo trasladó al otro lado de la ruta...


Costa Rica es un país que vive del turismo, los ricos del primer mundo (especialmente norteamericanos) viajan aquí para ver naturaleza exuberante y salvaje. Está prohibido maltratar a un animal silvestre, el pueblo tico sabe que su economía se juega en el respeto a la natura...

Algunas fotitos de los Parques Nacionales

Parque Nacional Cahuita



Monumento Nacional Guayabo




Volcán Irazú



Volcán Poas y cascada "El Angel"



La Fortuna de San Carlos y el volcán Arenal



Parque Nacional Manuel Antonio



Uvita y Bahia Ballena




Montezuma y pos primeros pasos por Guanacaste



Tamarindo, Playa y amigos!!



Parque Nacional Santa Rosa y Playa Naranjo




Hermoso país para conocer, bueno para trabajar, de gente cálida y orgullosa de su Costa Rica... Gracias a tod@s los que nos tendieron una mano!!