lunes, 30 de septiembre de 2013

El Tapón del Darién y los "intringulis" del cruce en automóvil de Sudamérica a Centroamérica.

Cruzar de Colombia a Panamá es un trámite muy costoso y altamente burocrático. No hay voluntad política de los estados para propiciar la comunicación entre el sur y el centro del continente americano. Sin embargo, cuando el deseo de viajar es fuerte ningún lugar está lejos.
Cuando salimos a viajar, mirábamos el mapa de nuestra América y nos imaginábamos que algún camino que comunique Sudamérica con Centroamérica debería haber. Y cuando llegamos a Colombia y nos enteramos que Panamá había sido parte de la gran Colombia hasta 1903, nuestra esperanza de encontrar alguna vía de acceso terrestre creció aún más.
Pero no, y no es por el canal de Panamá. Para cruzar el canal hay dos puentes y no tienen peaje.
El problema está en lo que se llama el “Tapón del Darién”. Es una gran selva pantanosa, habitada por el pueblo Kuna en la región del caribe, por el pueblo Emberá en el oeste panameño y por afroamericanos del lado colombiano. Es “zona roja”, territorio de guerrilla y narcotráfico. Con la excusa de proteger la selva y de evitar el ingreso de Drogas a Centroamérica, los estados nacionales se niegan a establecer una vía de acceso que comunique el sur con el centro del continente.
Tampoco hay un medio de transporte acuático accesible y cómodo. Hace años que desde Colombia se promete la inauguración de un Ferry en el que las personas pudieran trasladarse junto a sus vehículos.
La realidad es que sólo con mucho dinero se puede cruzar en automovil de Colombia a Panamá. Pero también es cierto que tomándose el tiempo propicio el dinero se puede conseguir. Nosotros, junto a los chicos de Argentina-Alaska en Fiat 600, vendimos postales y libros en la ciudad amurallada de Cartagena de Indias.

El transporte de Don Baldomero

El vehiculo debe transportarse en un barco de carga desde Cartagena de Indias en Colombia (oímos que también se podía desde Barranquilla o Santa Marta. La opción de Turbo es incierta, nos hablaron de unos planchones en los que subían automóviles pero nunca encontramos ningún viajero que haya cruzado de tal modo) hasta Colón, Panamá.
El vehículo se puede trasladar en Contenedor o en Roro (sobre cubierta). Nosotros encontramos otros viajeros con automóvil y compartimos el contenedor de 12 metros (40 pies). De ese modo nos resultó más económico y más seguro que por Roro.
Compartimos con Santiago Uranga y Juan Manuel Rizzatti que viajan de Argentina a Alaska en un Fiat 600 y con un holandés que recorre américa en un Toyota Rav4.
 3 automóviles en un contenedor! Por cada carro pagamos 613 dólares.
1839 dólares en total: contenedor, impuestos, inspecciones y uso de puerto.

Les detallamos los pasos que seguimos para trasladar a Don Baldomero (Citroën 3CV),y a los otros 2 carritos, de Colombia a Panamá:   

1-      Ir a una naviera. Nosotros fuimos a Seaboard en el “El Bosque”, Cartagena de Indias. Hay que llenar una carta de embarque: BL (billoflanding). Hablar con Giselle Ferrer : Giselle.ferrer@seaboardcolombia.com.co)
2-      Ir a la aduana colombiana (Dian) con 2 fotocopias del pasaporte, 2 fotocopias del título de propiedad del vehículo, 2 fotocopias del seguro colombiano (soat), 2 fotocopias del carnet de conducir. Allí en la aduana iniciamos los trámites para la exportación del vehículo.
3-      Luego, ya con la fecha de llenado que fijó la naviera  (14 de agosto del 2013) fuimos a la oficina de Facturación en el puerto (hicimos todo en el  puerto de COMPAS, “El Bosque”) y cancelamos 411 dólares (puros impuestos, inspecciones y  vainas).
4-      Ir a Antinarcóticos, al lado del puerto. Allí llenamos una carta de responsabilidad en la que declaramos no llevar nada ilícito.
5-      Luego, el día del LLENADO del contenedor (14 de agosto del 2013) nos presentamos bien temprano con la carta de responsabilidad en la mano, también llevamos los papeles de exportación de la Dian, el BL y todos los papeles de la naviera. Primero pesaron a Don Baldomero, a la Bracita de fuego (el Fiat 600 de Argentina-Alaska) y al Explorer de Heim, el muchacho holandés. Luego en el puerto le pusieron una etiqueta a cada carro y llenaron una planilla sobre el estado del vehículo antes de subir al contenedor. Esperamos la inspección de Antinarcóticos y al inspector de la Dian que debía firmar la exportación.
6-      Después del llenado entregamos los papeles de las inspecciones en la Naviera (Seaboard) y pagamos 130 dólares (por “uso de las instalaciones”) en Facturación.

Una vez en el puerto Cristobal en Colón, Panamá
1-      Nos presentamos en Seaboard con los papeles de la naviera, especialmente el BL.
2-      Pagamos en la caja los 1000 dólares del contenedor, más el uso del puerto y algún otro impuesto (alrededor de 200 dólares).
3-      Luego fuimos al puerto (te exigen chaleco reflectivo, pantalón largo y zapatos cerrados para ingresar) y retiramos los carros!!!!!!
    
    Aquí estamos por pesar los carros para ingresar al puerto










                    Aquí en la inspección de Antinarcóticos






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Aquí subiendo al contenedor.









El transporte de l@s Citronautas

Para las personas hay al menos 3 opciones para trasladarse de Colombia a Panamá. 
A)En avión,
B)en lancha de Turbo a Capurganá y de Capurganá a Cartí en Panamá, 
C) en Velero por el caribe hasta San Blas y El Porvenir.

Nosotros tomamos esta última opción. Viajamos con el capitán Humberto Guzman (humbertog07@yahoo.com). Muy buen capitán, super buena onda con la tripulación. Nos cobró 300 dolares por persona con comida incluida. Pasamos 3 noches en su Velero y nos bajamos en la isla Chichimé en territorio Kunayala donde acampamos una semana en lo de Fermiliano Henry y su familia.

Luego otro velero nos llevó hasta Puertobelo por 25 dolares. De ahí a Colón en bus. Pasan cada media hora.

Algunas fotitos del viaje en velero y la estadía en la isla Chichimé

domingo, 29 de septiembre de 2013

Y luego de dos años, nos despedimos de Sudamérica con un libro y muchas postales





Gracias a todos los que nos ayudaron en este proyecto con el que cerramos un capítulo del citroviaje.

"Citronautas de américa mestiza. Una aventura por el triángulo sureño": Un escrito sobre viajes, para sumar al gran río de palabras que intentan señalar un sentido en esta efervescencia del camino.

"Cuentos del camino": tres relatos sobre viajes. Viajes de desprendimiento, viajes de conocimiento, viajes soñados, viajes en búsqueda del amor, de la identidad, de la fortuna...


Proximamente:

    "Siete relatos del Abya Yala"

"Canciones del camino" 












sábado, 28 de septiembre de 2013

La enseñanza del niño sabanero. Venezuela

En Brasil sentimos que nuestra aventura por Sudamérica había llegado a su punto más alto y había concluido fecundamente. Aunque entonces no lo sabíamos, todas las enseñanzas y los aprendizajes del camino habían madurado. 
Sin proponérnoslo, Mica estaba embarazada e íbamos a tener un hijo. Nos vimos listos para avanzar hacia un nuevo desafío: Centroamérica en Citroën y coronar la llegada a México con un niño… Sin embargo, aún nos quedaba una distancia larga por sortear y varias pruebas…

El Camino del Oro

Lo primero era salir del resguardo que nos ofrecía Boa Vista y la Gran Sabana y atravesar el “Camino del Oro”:
En Venezuela, al bajar de la Sabana aparece el “88”, luego el “Dorado” y finalmente el “Callao”. Todos estos pueblos están marcados por la fiebre de la codicia y tienen los índices de inseguridad más altos del país. En sus calles descuidadas y hediondas sólo es posible comprar o vender.  Es una tierra maldecida por su riqueza. Nos contaron que los buscadores de oro aún hoy esperan a que llueva, luego suben a lo alto de algún cerro y observan con atención. Allí donde la tierra brilla hay oro esperándolos…
Hace décadas que los hombres sedientos de dinero acuden a la zona como si se tratara de una Meca. El Callao fue el primer destino. Llegó gente de las islas, de las Antillas, muchos morenos y también ingleses y franceses. De modo que se generó un dialecto propio, el Patuá, mezcla de inglés, francés y algún que otro idioma africano. Mientras los hombres buscaban oro, Isidora, una morena legendaria, creó un estilo musical: el Calipso; y dio pie a uno de los carnavales más tradicionales del país.
 El Callao fue grande, pero la cultura del oro es devastadora, no preserva ni perdona… es algo realmente llamativo, un amigo con el que compartimos varios días nos contó que hizo un poso en el patio de su casa y encontró 3 gramos de oro… el punto es ¿Dónde va el dinero?, las casas se caen a pedazos, las calles no tienen mantenimiento, todo huele a podrido; y sin embargo, cada cuadra está llena de negocios que compran oro en bruto a los mineros.
Minero puede ser cualquiera… Hay una empresa del Estado, Minerven, pero luego toda la zona está agujereada por mineros clandestinos. El que junta más oro esta semana invita el licor y tiene los favores del pueblo…
Se vive en el derroche pero también en la contaminación. Para sacar oro utilizan mercurio. El río Yuruari, que pasa por el Callao, está completamente contaminado. Los mineros juntan arena del río en un bote, lo zarandean y le echan mercurio para que el oro se reúna, luego lo juntan con las manos. La codicia y la desconfianza es tal que un hombre nos confesó que en una oportunidad se tragó la bola de oro y mercurio para que sus compañeros no se la robaran… el índice de mercurio en sangre es altísimo y esos hombres están condenados a una muerte violenta en las manos de otro hombre, o lenta y dolorosa a causa de la enfermedad. Como sea, viven y mueren a merced del oro.
Allí, en ese contexto que distaba de la Gran Sabana como la tierra del cielo, nos enteramos del embarazo de Mica. Se nos presentaba la imagen que a consciencia habíamos encontrado durante nuestro paso por la Sabana y Boa Vista, la imagen de un mundo orgánico como un fruto redondo. Ahí estaba, era un niño que venía a nuestro encuentro. Sin embargo, ya no estábamos en esas tierras luminosas y prósperas. ¿Será que entonces toda la claridad se volvió turbia?...







El Maratón

Cruzamos el rio Orinoco y nos dirijimos hacia el Noreste. Aunque estábamos con apuro, no nos podìamos ir de Venezuela sin conocer el Delta del Amacuro.
Situado al este Venezolano, se vierten alli las aguas color tierra del Orinoco, y comprende miles de hectáreas de zonas naturales, en su mayoria ambientes acuáticos. Sus costas albergan la etnia "Warao", un grupo muy conectado con su entorno, la naturaleza. En Tucupita, conocimos a Felix y Miguel que nos llevaron a recorrer un sector del "Caño Mánamo", y de regreso una cena sureña con la familia de los "Guachos".







El lunes 10 de Junio del 2013 empezamos un maratón por la costa venezolana. La intención alocada era atravesar de este a oeste toda Venezuela y llegar cuanto antes a Maracaibo, frontera con Colombia. Es que sólo desde Colombia es posible cruzar el carro a Panamá. Ese lunes 10 dormimos en Puerto la Cruz, el martes 11 en Caracas, el miércoles 12 en la Victoria, el Jueves 13 en San Felipe. Para entonces ya sentíamos es cansancio. El viernes 14 recorrimos el santuario de María Lionza, una santa popular, pero no nos bañamos en las aguas del río como estaba “ordenado”. De haberlo hecho tal vez hubiéramos sentido el llamado a aminorar la marcha. Ese mismo día unos muchachos nos hablaron de un temascal en Barquisimeto el domingo. Era una oportunidad de descansar tres días en un mismo sitio. Pero no aceptamos la propuesta. Seguimos viaje y dormimos en Quibor.


El sábado 15 fue el día de la gran prueba. Llegamos a trabajar a Tintoreros y conocimos a Ángel, un artesano ecuatoriano que nos ofreció la llave de un hotel para que descansáramos… Cuantas señales que no pudimos ver!, ciegos en la meta, mirando hacia adelante como en una línea recta… seguimos viaje. Acampamos en un peaje cerca del Venado, ya en tierras Zulianas. Al otro día hubiéramos llegado a Maracaibo a encontrarnos con amigos y descansar. Pero la historia fue diferente.
Esa noche como en un río rojo se fue el niño sabanero. La intuición y la percepción que en Boa Vista reconocimos en cada uno de nosotros, subyacentes desde siempre, se volvieron mudas durante la semana del Maratón.
Pasamos 36 horas en un hospital público. Mica en la sala de partos, en el quirófano y en internación; Facu por los pasillos, durmiendo en el piso y conversando con otros hombres que esperaban a sus mujeres. Los dos nos sentimos solos, algo perdidos e inundados de tristeza.

El viaje por sudamérica llegaba a su punto cúlmine, nos traía el gran aprendizaje: sentir la madurez y luego la pérdida y practicar el desprendimiento con amor. Este viaje nos llevó por muchos caminos, nos enseño a ser ágiles y adaptarnos rápido. Luego nos hizo soñar con un hijo, una obra, un proyecto a caso estable? 
Pero no, este niño sabanero vino de paso, se lo llevó el viento que nos llama a más camino...

  Ahora nos vamos re-encontrando, vamos re-construyendo esta historia que tenemos a pedazos. Aún es muy reciente, no comprendemos bien ¿para qué?, ¿qué propósito tiene este final? Sólo sabemos que cada acción que llevamos a cabo, cada acción que nos trajo hasta aquí, fue orientada por el amor. También sabemos que todo final es un nuevo comienzo, que si nos caemos es para levantarnos, que el viaje sigue porque estamos vivos, que las heridas nos fortalecen, que son marcas que identifican el camino recorrido. Sabemos que no hay olvido pero si hay perdón y que estas palabras que compartimos son afirmaciones de renacimiento: ¡Vamos Citronautas que la aventura aguarda! 

Nuestro paso por Boa Vista

Entramos a nuestro octavo país de recorrido (Brasil) por poco tiempo y con un destino preciso. Nuestra amiga Camila, con la que compartimos en Santa Elena de Uairén, nos había hecho un plano para llegar a la casita donde había vivido con Dominik y Sebastián en Boa Vista. Estaban buscando con quien compartir el hogar y nosotros nos quedaríamos con ellos.


Aunque no hablamos portugués nos resultó sencillo comunicarnos. Antes de entrar a Brasil habíamos armado un discurso para contarle a la gente nuestro viaje y ofrecer postales y artesanías. Trabajábamos en la plaza el fin de semana y durante la semana en el centro. Queríamos ahorrar para comprar Pneus (cauchos/gomas) pero al final no conseguimos por ningún lado y tuvimos que volver a Venezuela con las ruedas lisas y rogando que aguantaran. Hicimos varios amigos brasileros, como siempre del mundo de los carros.


Camila, junto con Sebastián y Dominik habían conocido a Gentil, un profesor universitario de matemática que desde hace más de 7 años es mestre de la ashawasca. Gentil nos estaba esperando y durante una semana nos preparamos para la toma de Sha (té) que se hace los domingos. Disfrutamos de la quietud y el silencio y mucha información llegó a nosotros. Es que nuestros compañeros de hogar llevaban muchos meses realizando un trabajo espiritual profundo. En la casa se hablaba poco, se meditaba bastante, se escuchaba buena música y a veces teníamos la suerte de escuchar a Dominik cantar canciones medicina. Las pocas conversaciones eran muy profundas, discutimos sobre Dios y lo absoluto, sobre lo que es el mundo para cada uno y sobre la ética de vida que decidíamos seguir.



LA EXPERIENCIA DE LA ASHAWASCA
El domingo temprano compramos frutas y caminamos a lo de Gentil. Su casa es un gran jardín verde y florido. Hace años que plantó Ashawasca y la enredadera fue creciendo con fuerza. Ahora es enorme. Trepó a una gigantesca mata de mango y luego a las palmeras, a los plataneros y a otras plantas más. Con todo, recrea el paisaje de la selva, cuelgan lianas por doquier y también hay árboles de Chacrona, que es otro ingrediente fundamental del Sha. La Ashawasca entrega el elemento psicoactivo y las hojas de la Chacrona lo hacen tolerable al estómago. Gentil invita a la gente a participar no sólo de las tomas sino también de la preparación. Porque como buen científico cree que el conocimiento no le pertenece, que debe ser comunicado, difundido.
Conocer a este mestre y a sus amigos: Lucas, un filósofo y Gilson, un músico, ambos también docentes universitarios, fue revelador. Es que no son ni indígenas ni religiosos. Y esto es llamativo porque la experiencia de la Ashawasca suele presentarse de estos dos únicos modos. Es decir, o como una práctica indígena, con un chamán de la selva (como experimentamos en Perú) o en el marco de una religión de raíz cristiana, como el Santo Daime.
Sin embargo esta experiencia si se quiere es “laica”. Gentil es matemático y cree que Dios es una creación de la mente humana que satisface el deseo de permanecer, de sobrevivir a la muerte a la que le tenemos miedo. Dice que el mundo del cristianismo es uno de los múltiples mundos posibles. Y que todos los mundos son creaciones humanas, cómo la matemática. Porque lo único que existe es la consciencia y el “ego”. Su búsqueda es adquirir cada vez más consciencia hasta llegar a ser puro aquí y ahora. En este proceso la Ashawasca es su gran maestra y luego de muchos años de trabajo sobre si mismo ha logrado identificar a su ego controlador y tomar distancia. Durante las tomas de Sha, disfruta de la plena consciencia, se entrega a lo absoluto.
Gentil no oficia de Chamán ni de Sacerdote, por lo tanto no guía el trabajo de cada uno de los participantes. Sólo ofrece un orden básico al ritual, marcado por la música:
-         En principio se pasa a un pequeño salón donde hay una mesa redonda. Se hace un círculo y se toma el Sha en un mismo pocillo que Gentil va sirviendo a cada uno. En ese momento cada uno puede pedirle algo al espíritu de la planta, o decidir trabajar algún asunto personal… es libre
-         Gentil desea “bon travallo” y cada  participante se ubica en cualquier espacio que guste. En el gran patio lleno de plantas hay también hamacas y sillas. Por lo general se medita un rato, pero también es libre.
-         Luego el mestre pone música. Primero música tranquila, de meditación y relajación. Muchas imágenes aparecen en la mente, por eso se le dice la enredadera de la ensoñación. Cada uno procesa esas imágenes y trata de guiarlas de acuerdo al trabajo que decidió realizar o las preguntas que se planteó.
-         Luego Gentil pone música para mover el cuerpo, tambores y ritmos para bailar. Es bueno mover el cuerpo cuando la cabeza es fuerte y te domina. En estado de Sha el baile es profundamente consciente. Es posible sentir cada parte del cuerpo y mantener una conexión constante con la música, con la tierra que te sostiene y con el aire que atraviesas en cada movimiento.
-         Cuando los efectos empiezan a menguar, comienzan las charlas existenciales y compartimos las frutas y el resto de la comida.
-          Luego Gentil llama a la segunda toma, se repite la misma lógica. Al atardecer viene la tercera toma y algunas veces hay cuartas y quintas tomas.

En fin, es todo un día de apertura de la consciencia, de trabajo ritual sobres el sí mismo, de supresión del ego. Muy intenso, profundo y desafiante.