sábado, 28 de septiembre de 2013

La enseñanza del niño sabanero. Venezuela

En Brasil sentimos que nuestra aventura por Sudamérica había llegado a su punto más alto y había concluido fecundamente. Aunque entonces no lo sabíamos, todas las enseñanzas y los aprendizajes del camino habían madurado. 
Sin proponérnoslo, Mica estaba embarazada e íbamos a tener un hijo. Nos vimos listos para avanzar hacia un nuevo desafío: Centroamérica en Citroën y coronar la llegada a México con un niño… Sin embargo, aún nos quedaba una distancia larga por sortear y varias pruebas…

El Camino del Oro

Lo primero era salir del resguardo que nos ofrecía Boa Vista y la Gran Sabana y atravesar el “Camino del Oro”:
En Venezuela, al bajar de la Sabana aparece el “88”, luego el “Dorado” y finalmente el “Callao”. Todos estos pueblos están marcados por la fiebre de la codicia y tienen los índices de inseguridad más altos del país. En sus calles descuidadas y hediondas sólo es posible comprar o vender.  Es una tierra maldecida por su riqueza. Nos contaron que los buscadores de oro aún hoy esperan a que llueva, luego suben a lo alto de algún cerro y observan con atención. Allí donde la tierra brilla hay oro esperándolos…
Hace décadas que los hombres sedientos de dinero acuden a la zona como si se tratara de una Meca. El Callao fue el primer destino. Llegó gente de las islas, de las Antillas, muchos morenos y también ingleses y franceses. De modo que se generó un dialecto propio, el Patuá, mezcla de inglés, francés y algún que otro idioma africano. Mientras los hombres buscaban oro, Isidora, una morena legendaria, creó un estilo musical: el Calipso; y dio pie a uno de los carnavales más tradicionales del país.
 El Callao fue grande, pero la cultura del oro es devastadora, no preserva ni perdona… es algo realmente llamativo, un amigo con el que compartimos varios días nos contó que hizo un poso en el patio de su casa y encontró 3 gramos de oro… el punto es ¿Dónde va el dinero?, las casas se caen a pedazos, las calles no tienen mantenimiento, todo huele a podrido; y sin embargo, cada cuadra está llena de negocios que compran oro en bruto a los mineros.
Minero puede ser cualquiera… Hay una empresa del Estado, Minerven, pero luego toda la zona está agujereada por mineros clandestinos. El que junta más oro esta semana invita el licor y tiene los favores del pueblo…
Se vive en el derroche pero también en la contaminación. Para sacar oro utilizan mercurio. El río Yuruari, que pasa por el Callao, está completamente contaminado. Los mineros juntan arena del río en un bote, lo zarandean y le echan mercurio para que el oro se reúna, luego lo juntan con las manos. La codicia y la desconfianza es tal que un hombre nos confesó que en una oportunidad se tragó la bola de oro y mercurio para que sus compañeros no se la robaran… el índice de mercurio en sangre es altísimo y esos hombres están condenados a una muerte violenta en las manos de otro hombre, o lenta y dolorosa a causa de la enfermedad. Como sea, viven y mueren a merced del oro.
Allí, en ese contexto que distaba de la Gran Sabana como la tierra del cielo, nos enteramos del embarazo de Mica. Se nos presentaba la imagen que a consciencia habíamos encontrado durante nuestro paso por la Sabana y Boa Vista, la imagen de un mundo orgánico como un fruto redondo. Ahí estaba, era un niño que venía a nuestro encuentro. Sin embargo, ya no estábamos en esas tierras luminosas y prósperas. ¿Será que entonces toda la claridad se volvió turbia?...







El Maratón

Cruzamos el rio Orinoco y nos dirijimos hacia el Noreste. Aunque estábamos con apuro, no nos podìamos ir de Venezuela sin conocer el Delta del Amacuro.
Situado al este Venezolano, se vierten alli las aguas color tierra del Orinoco, y comprende miles de hectáreas de zonas naturales, en su mayoria ambientes acuáticos. Sus costas albergan la etnia "Warao", un grupo muy conectado con su entorno, la naturaleza. En Tucupita, conocimos a Felix y Miguel que nos llevaron a recorrer un sector del "Caño Mánamo", y de regreso una cena sureña con la familia de los "Guachos".







El lunes 10 de Junio del 2013 empezamos un maratón por la costa venezolana. La intención alocada era atravesar de este a oeste toda Venezuela y llegar cuanto antes a Maracaibo, frontera con Colombia. Es que sólo desde Colombia es posible cruzar el carro a Panamá. Ese lunes 10 dormimos en Puerto la Cruz, el martes 11 en Caracas, el miércoles 12 en la Victoria, el Jueves 13 en San Felipe. Para entonces ya sentíamos es cansancio. El viernes 14 recorrimos el santuario de María Lionza, una santa popular, pero no nos bañamos en las aguas del río como estaba “ordenado”. De haberlo hecho tal vez hubiéramos sentido el llamado a aminorar la marcha. Ese mismo día unos muchachos nos hablaron de un temascal en Barquisimeto el domingo. Era una oportunidad de descansar tres días en un mismo sitio. Pero no aceptamos la propuesta. Seguimos viaje y dormimos en Quibor.


El sábado 15 fue el día de la gran prueba. Llegamos a trabajar a Tintoreros y conocimos a Ángel, un artesano ecuatoriano que nos ofreció la llave de un hotel para que descansáramos… Cuantas señales que no pudimos ver!, ciegos en la meta, mirando hacia adelante como en una línea recta… seguimos viaje. Acampamos en un peaje cerca del Venado, ya en tierras Zulianas. Al otro día hubiéramos llegado a Maracaibo a encontrarnos con amigos y descansar. Pero la historia fue diferente.
Esa noche como en un río rojo se fue el niño sabanero. La intuición y la percepción que en Boa Vista reconocimos en cada uno de nosotros, subyacentes desde siempre, se volvieron mudas durante la semana del Maratón.
Pasamos 36 horas en un hospital público. Mica en la sala de partos, en el quirófano y en internación; Facu por los pasillos, durmiendo en el piso y conversando con otros hombres que esperaban a sus mujeres. Los dos nos sentimos solos, algo perdidos e inundados de tristeza.

El viaje por sudamérica llegaba a su punto cúlmine, nos traía el gran aprendizaje: sentir la madurez y luego la pérdida y practicar el desprendimiento con amor. Este viaje nos llevó por muchos caminos, nos enseño a ser ágiles y adaptarnos rápido. Luego nos hizo soñar con un hijo, una obra, un proyecto a caso estable? 
Pero no, este niño sabanero vino de paso, se lo llevó el viento que nos llama a más camino...

  Ahora nos vamos re-encontrando, vamos re-construyendo esta historia que tenemos a pedazos. Aún es muy reciente, no comprendemos bien ¿para qué?, ¿qué propósito tiene este final? Sólo sabemos que cada acción que llevamos a cabo, cada acción que nos trajo hasta aquí, fue orientada por el amor. También sabemos que todo final es un nuevo comienzo, que si nos caemos es para levantarnos, que el viaje sigue porque estamos vivos, que las heridas nos fortalecen, que son marcas que identifican el camino recorrido. Sabemos que no hay olvido pero si hay perdón y que estas palabras que compartimos son afirmaciones de renacimiento: ¡Vamos Citronautas que la aventura aguarda! 

2 comentarios:

  1. Imprecionante la Experiencia, y si a veces no vemos las señales que se nos ponen delante, increibles señales para que descansaran, Mucha fuerza Amigos y buen viaje.
    Porlasmias.blogspot

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